Permítanme emitir y controlar el dinero de una nación y ya no me importará quién escriba sus leyes.

Pienso que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejércitos enteros listos para el combate. Ellas ya han levantado una aristocracia monetaria que se atreve a desafiar al gobierno. El poder de la emisión de dinero debería ser quitado a los bancos y restaurado al pueblo, a quien pertenece legítimamente.

Mediante un proceso continuo de inflación, los gobiernos pueden confiscar, secreta e inadvertidamente, una parte importante de la riqueza de sus ciudadanos. No hay medios más sutiles, más seguros, de subvertir la base existente de la sociedad que devaluando la moneda.

Es bueno que el pueblo de la nación no comprenda nuestro sistema bancario y monetario, porque si lo hiciera, creo que habría una revolución antes de mañana por la mañana.

En ausencia del patrón oro, no hay manera de proteger los ahorros de la confiscación a través de la inflación. No hay refugio seguro para el valor.

No creo que volvamos a tener un buen dinero antes de que saquemos el tema de las manos del gobierno; es decir, no podemos quitarlo violentamente de las manos del gobierno. Todo lo que podemos hacer es, de alguna manera astuta y disimulada, introducir algo que no puedan detener.

Bitcoin es un logro criptográfico notable y la capacidad de crear algo que no es duplicable en el mundo digital tiene un enorme valor.